lunes, 1 de agosto de 2011


EL ESPIRITU HABLANDONOS A TRAVES DE EL CUERPO



Tu cuerpo “ES” el Espíritu hecho carne. Decimos de los Grandes Maestros Espirituales que hicieron carne y sangre el Espíritu de Dios. Yo diría que ellos siguieron fielmente las leyes que el Espíritu les marcaba en su interior, y que con base en esa fidelidad a ellos mismos (que es fidelidad a Dios mismo dentro de ellos) lograron que esa perfección se expresara en el mundo exterior sin interferencia de la mentira que separa, o de los actos estúpidos que destruyen. Te concedo que el Espíritu no está hecho carne a la perfección en el cuerpo de todos nosotros; que unos están más vinculados que otros. Pero la misma ley está escrita en todos nosotros, porque todos nosotros nacimos de la misma Madre, y del mismo Padre. El grado de perfección con que se exprese esta.

Sabiduría dependerá del aprendiz mismo: de la impecabilidad con la que fortalezca el vínculo y se libere de los obstáculos que hacen sinuoso el contacto con el Espíritu; contacto que debería (y puede) ser directo y limpio.

Los chamanes han sabido desde hace mucho tiempo algo que los médicos modernos empiezan a reconocer: que el Espíritu y la mente afectan directamente al cuerpo.

Han reconocido que las leyes del espíritu y de la naturaleza que se dejen de cumplir van a producir sufrimiento en el mundo manifestado.

Por lo tanto también descubrieron que la mejor forma de enseñar las leyes del Espíritu es a través del cuerpo mismo: “la mente puede descartar la idea con la que no está de acuerdo, pero el cuerpo no puede descartar el sufrimiento que tiene sino hasta haber destruido la causa”; y la causa del sufrimiento es siempre un alejamiento del Espíritu.

Los chamanes descubrieron esto no porque fueran geniales (bueno, quizás sí lo eran). Lo descubrieron sobre todo porque es el método que Dios mismo emplea para comunicarse con nosotros. Ellos sólo tuvieron que observar al Maestro en acción.

Aunque cito a los chamanes en el párrafo anterior, desde luego este conocimiento no es exclusivo de ellos. A algunos de nosotros ha llegado a sorprendernos el hecho de que muchas de las recomendaciones de los profetas a lo largo del tiempo han sido recomendaciones para cuidar del cuerpo. Ahora quizás te resulte un poco más claro: si vas a recibir indicaciones a través de una vía de comunicación, más vale que esa vía de comunicación esté en las mejores condiciones
posibles.

Dado que todos nosotros tenemos un cuerpo, este conocimiento es universal.

¿Por qué digo que las leyes del Espíritu se expresan a través del cuerpo y no a través de la mente?

Porque es una entidad de la que no te puedes evadir. El juego de la mente se da con los conceptos, bueno-malo, esto-aquello, que se basan en información que recibimos y que aunque rara vez comprobamos casi siempre se toman como realidad absoluta. Cuando una información no comprobada (que te dijeron que era definitiva) choca con otra información no comprobada (que
también te dijeron que era definitiva) no tienes más que hacer malabares para que siga teniendo lógica, o buscar que tenga sentido a través de más información, que por supuesto, tampoco comprobarás.

Muy pronto en la vida nos damos cuenta de que la información que nos llega pocas veces es de fiar. Sin embargo seguimos confiando en la mente porque creer que tenemos todas las respuestas nos da un sentimiento de seguridad y de superioridad; todo esto a pesar de que
estemos experimentando sufrimiento.

El cuerpo, a diferencia de la mente, es una entidad coherente y conectada con las leyes de la naturaleza. El cuerpo no puede dejar de lado el sufrimiento que experimentamos cuando cometemos una estupidez.

La mente podría justificar nuestra acción, y si lo que hacemos nos gusta, buscaremos todas las ideas y teorías necesarias para poder darnos el permiso mental de hacer lo que queremos. Pero el sufrimiento estará ahí. El cuerpo sabrá y nos recordará que estamos torciendo el vínculo con nosotros mismos.

El cuerpo no hará esto de una forma moral. El cuerpo hará esto porque está en su naturaleza. El cuerpo, al ser parte directa de la naturaleza, experimentará directa y espontáneamente los resultados de nuestras acciones y si estas están o no en orden con el Espíritu.

Es como una retroalimentación que el Espíritu nos da de forma sensible, acerca del rumbo que estamos tomando hacia el contacto con nosotros mismos, o hacia la ruptura del vínculo. Si tenemos que desconectarnos de los mensajes de nuestro cuerpo para seguir haciendo
lo que estamos haciendo, podemos entender que esa acción está desordenada con respecto al fluir cósmico (como el niño que tiene que desobedecer todas sus señales internas para disparar y asesinar a sus padres, o el concursante de un programa de televisión que por unas monedas come vísceras crudas).

Tu cuerpo “ES” el Espíritu mismo, hablándote de momento en momento.

Piensa en cómo se siente tu cuerpo cada vez que eres generoso o realizas cualquiera de las llamadas “acciones virtuosas”.

Piensa en cómo se siente tu cuerpo cada vez que realizas acciones viciadas.

Ahora, antes de que pienses que voy a empezar a hablar de moralidad: hay cosas que nos han enseñado como buenas, que van en contra de la sabiduría del cuerpo-Espíritu. Hay cosas que nos han enseñado como malas que están a favor de la Sabiduría interna.

Ahora piensa también en otros aspectos de tu vida. Piensa en cuando querías protestar legítimamente contra algo y luego por temor lo dejaste de hacer. Tu mente lo hizo aparecer exteriormente como una acción virtuosa, pero dado que el móvil de tu acción no fue el
perdón, sino el temor, tu cuerpo experimentó la incomodidad de una acción cobarde. No estoy diciendo que debas quejarte de todo lo que te desagrada (te volverías insoportable y estaríamos fortaleciendo aspectos inútiles de nosotros mismos). Lo que quiero resaltar es que el cuerpo es un maestro formidable, porque a diferencia de la mente y de las personas amables: él no nos miente.


Así que mientras la mente “cree”, el cuerpo “sabe”. Esto lo saben todas las madres. De casi todas las madres he escuchado anécdotas acerca de cómo eligieron cuidar de sus hijos en un aspecto particular, desatendiendo las recomendaciones de los médicos en ése renglón, y obtenido magníficos resultados.

Casi todos nosotros hemos tenido encontronazos entre lo que los estudios científicos (o los amigos mal informados) nos dicen que es más saludable para nosotros, y lo que nuestro propio cuerpo
experimenta.

Mientras la mente tendría que estudiar mucho de química y las reacciones químicas internas del cuerpo para saber si una solución es venenosa o curativa, el cuerpo sólo tendría que tenerla en la
boca.

Esto sería cierto con respecto a los hábitos de comida y bebida, de sueño, ejercicio, etc.


También es cierto en aspectos más elevados de la vida. Nosotros “sentimos” si un trabajo es el adecuado para nosotros, si alguna amistad o pareja potencial es sana para nosotros, si lo que nos
enseñan será beneficioso o perjudicial para nosotros, si la experiencia espiritual que estamos teniendo puede ser más profunda,etc.

Cuanto más lejos estamos de las leyes cósmicas, tanto más profundo será el malestar que experimentamos.

Esto es cierto tanto para los aspectos que podríamos denominar superficiales, como por ejemplo: si no duermes durante varias noches, sí no comes lo necesario, si desperdicias tu energía sexual, etc.

Pero también es cierto para los aspectos más profundos, como por ejemplo: tu cuerpo te avisará en forma de malestar cuando estás siendo cruel con otros, cuando te olvidas de mantenerte en contacto con tu corazón, cuando estás dejando que el miedo y no el amor sea el consejero que te ayuda a tomar tus decisiones, etc.

Esto es válido incluso para las más altas realizaciones espirituales que se te puedan ocurrir.

Del Buda: “tu cuerpo es una posesión muy valiosa, es el vehículo hacia la realización: trátalo con cariño”.

De los maestros taoístas: “lo que el hombre no aprende dentro de su mismo cuerpo, no lo prende en ninguna parte”.

Durante algunas experiencias de “conciencia acrecentada” hemos podido observar que los individuos con preguntas existenciales profundas, con anhelo de conocimiento de Dios a su nivel más profundo, o respuesta a las encrucijadas en la vida, muchas veces encuentran la respuesta a su pregunta en algún órgano del cuerpo, o en todo él; a través del cual se dan cuenta de que las mismas leyes que operan en su cuerpo, operan en el universo entero. Y que por lo tanto cuando se conocen profundamente y modelan su conducta conforme a ese conocimiento pueden, si lo quieren, prescindir de directrices externas.

He de hacer una advertencia que también me hago a mí mismo.

El aprendiz debe ser impecable tanto en su intento por descubrir las verdades dentro de sí mismo, como en su intento por aplicar esas verdades una vez descubiertas.

Usando los ejemplos que mencioné en la 1ra parte: el alcohólico siente que su cuerpo le pide alcohol, y la promiscua culpa a su cuerpo de aguijonearlo con sensaciones de lascivia.

¿Qué tan confiables son las señales que envía el Espíritu a través de su cuerpo?

Bien, ningún mensaje que provenga efectivamente del Espíritu va a causar sufrimiento en el futuro, ni a sí mismo, ni a otros. Jaque maté mentecita.

A veces el cuerpo va a experimentar un poco de dolor mientras se reconecta consigo mismo (como las temidas “crudas” o los “síndrome de abstinencia” tanto físicos como morales).Pero sabe que a la larga le espera la salud y el bienestar.

Llamo vicio a todo hábito o conducta que juega con los sentimientos de bienestar-malestar del cuerpo para hacernos caer en acciones que son negativas para nosotros y para los demás.

Evitemos todas aquellas acciones cuyos resultados no nos gusten.

Mi amigo. Mi amiga. La sangre de Dios corre por tus venas. Y si reconocemos esto y dejamos que nos nutra, podremos expresar ése Espíritu Divino que tan fervorosamente busca manifestarse en esta Tierra. En estos, sus cuerpos.

Que seas feliz. Que te conozcas y te vincules contigo mismo.

Que seas feliz!

Atte: El Loco

http://www.tuluzinterior.com

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