Robert Goldman
Año Cero – Enero 2005
La insistencia de Ariel Sharon en desmantelar los asentamientos Judíos de Gaza, en contra de la opinión de su propio partido y de la oposición, ha desatado las especulaciones, hasta el extremo de que algunos rabinos y autores especializados en conspiraciones creen que esta decisión podría obedecer a los designios de una sociedad secreta con más de 340 años de antigüedad.
El periodista Barry Chamish, en su libro Shabbatai Zevi - sionismo laborista y holocausto, afirma que la mayoría de los judíos se sienten desconcertados ante la insistencia de su primer ministro en retirar a los colonos de Gaza. Para este investigador la única explicación de dicha estrategia - que al provocar una radicalización de los colonos podría conducir a una profunda escisión de la población e incluso a una guerra civil - sería que Sharon perteneciese a una sociedad secreta que pretende destruir el judaísmo.
La acusación es tan grave como insólita. Pero Chamish no parece tener dudas sobre esta cuestión. En su opinión, quienes toman las decisiones en Israel serían seguidores encubiertos de Shabbatai Zevi, un místico judío heterodoxo que se autoproclamó Mesías el 18 de junio de 1666, en Gaza.
Entre otras fuentes, Chamish cita al Rabino Marvin
Antelman, autor del libro Para Eliminar a los Creyentes, publicado
en 1974, quien denunció que los Illuminati estaban preparando una gran ofensiva
contra las religiones. De acuerdo con estas fuentes, su primer objetivo sería
el judaísmo y el Islam, pero también se dirigirían contra el cristianismo,
aunque en menor medida. No contra el Budismo.
Según Chamish lo más importante del libro de Antelman es que aportaría evidencias de que los judíos son las principales víctimas del Nuevo Orden Mundial y no sus inductores más significativos. En 2002, Antelman publicó la segunda parte de su investigación, en la cual intentaba identificar el origen de la traición contra el judaísmo semita.
Su conclusión fue que la matriz de esa
conspiración se hallaría en el movimiento
sabateo,
que aglutina a los seguidores de Shabbatai Zevi.
Según ellos, en 1785 el movimiento sabateo habría llegado a establecer una alianza con los Illuminati , con quienes compartían el objetivo de destruir todas las religiones y crear un único poder político a escala planetaria. Dicha alianza les habría permitido infiltrarse en los círculos del poder. La operación tuvo enorme éxito en EE.UU., gracias a la influencia de la masonería en la fundación de la superpotencia y al hecho de que los Illuminati habían conseguido actuar desde su seno de forma encubierta desde los días de la Independencia.
Antelman se refiere a los aliados judíos de los Illuminati, identificándolos como “frankistas sabateos satánicos”. El calificativo “satánico” obedece a que, según la polémica opinión de este rabino, Shabbatai Zevi encarnó el anti-judaísmo, en abierta oposición a la verdad revelada por Yahvé.
Así mientras la meta real del judaísmo es
garantizar la supervivencia del pueblo elegido, el objetivo de los
sabateos sería su erradicación. Para Antelman los seguidores modernos de Shabbatai
Zevi son mucho más perversos que su fundador. Curiosamente, la feroz
descalificación de Zevi por parte de los judíos ortodoxos recuerda las que hizo
el Talmud a Jesús, llamándolo “”Balaam” (destructor del pueblo).
Barry Chamish menciona el prólogo del libro de Matt Goldish los Profetas Sabateos, en el cual se incluyen las palabras de Nathan de Gaza, el principal profeta del Mesías Shabbatai Zevi.
“Nadie se salvará de estos sufrimientos,
excepto quienes residan en este lugar. Su nombre expresa su fortaleza (Gaza
significa fuerza) y con el advenimiento de su redención, esa fuerza se
extenderá y su gente luchará con fervor”.
Según el escritor israelí Elyakim Haetzni,
la “dictadura” de Ariel Sharon no sólo persigue el final de los asentamientos
en Gaza, sino que también representa una amenaza contra la supervivencia del
judaísmo ortodoxo.
Estos autores observan que tras una política de asentamientos continuada y estimulada abiertamente desde el poder, el brusco cambio de estrategia orquestado por Sharon ha desquiciado todos los esquemas judíos. Según estas fuentes, Ariel Sharon actuaría así siguiendo una estrategia muy parecida a la que empleó en su día Shabbatai Zevi, arrastrando a gran parte de los judíos en pos de una utopía mesiánica sin ningún futuro, como paso previo a una brusca y honda frustración que les dejó inermes y a merced de sus enemigos.
La acusación es de una dureza sin precedentes
en relación con el holocausto nazi, por ejemplo, Antelman asegura que, entre
los campos de concentración esparcidos por Europa durante la Segunda Guerra
Mundial, hubo uno, Theresienstandt que fue un “club de campo” comparado
con los demás.
En ese recinto, Antelman sostiene que un
líder sabateo dirigió el exterminio de los judíos. El Profesor Gershom Scholem
y otros eruditos ortodoxos afirman que dicho proyecto era de origen sabateo,
recordándonos las delirantes acusaciones de las que fueron objeto los primeros
cristianos y las que mucho más tarde éstos formularon contra los judíos.
En su libro, Barry Chamish también recoge las declaraciones del rabino Uzi Meshulum, líder de un movimiento que buscaba justicia para miles de niños y niñas sefarditas de Yemen, secuestrados por las autoridades entre 1948-56 para ser utilizados como cobayas en experimentos de exposición a la radiactividad, en laboratorios de EE.UU. Según este rabino, los niños sefardíes habrían sido elegidos siguiendo objetivos sabateos.
El último escenario de esta supuesta batalla sería Gaza. A juicio de los citados autores, la evacuación de los colonos judíos abrirá un nuevo frente contra Israel. Una vez que Gaza caiga en manos enemigas, la toma del sur y centro de Israel sería sólo cuestión de tiempo.
Chamish insiste que este es el escenario que los sabateos y sus aliados desean. En su opinión, este movimiento preferiría que los árabes arrasen Israel, antes que ser testigos del restablecimiento del judaísmo ortodoxo en el país donde ellos proclamaron el advenimiento del Mesías sabateo.
Nota: Los orígenes del movimiento sabateo se remontan al místico judío Shabbatai Zevi (1626-1676). Fueron los Donmeh (Khazars – Rus) en Constantinopla, quienes extendieron el movimiento por toda Europa, a través del polaco Jacob Frank.
Jacob Frank fundó la secta zoharista franquista donde los elegidos estaban exentos del cumplimiento de las leyes morales del judaísmo. Esta secta ocultista abandonó el judaísmo ortodoxo, sustituyéndolo por una ley superior del Zohar con rituales tantrícos.
Según algunos
autores judíos, Frank tenía vínculos con los Jesuitas y recibía ayuda económica de éstos, ya que ambos
promulgaban la reconstrucción del tercer templo y la llegada de Lucifer, como
descrito en el Apocalipsis de San Juan.
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