Nube Roja nació en el invierno de l822, en un
campamento sioux en la pradera, en las proximidades del North Platte River, en
el actual estado de Nebraska. Como sioux, él pertenecía a una de las siete
tribus de la poderosa nación tetón sioux. Como sus padres murieron cuando
todavía era un niño, fue cuidado por su hermana mayor y por un tío, Halcón
Blanco. De él aprendió las muchas habilidades que tenía que dominar un cazador
y guerrero del sioux. Como cualquier otro joven, Nube Roja, en cuanto pudo
manejar el pequeño arco y las flechas que su tío le había regalado, cazaba
conejos y otros animales. Cuando se hizo un poco más mayor, él mismo aprendió
cómo correr durante horas sin parar, cómo pasar días enteros sin alimentos y
cómo quedarse toda la noche sin dormir.
Cuando tenía quince o dieciséis años, ya salía en las
expediciones de guerra del sioux y participaba en ataques y luchas con los
absarokes y otros enemigos. Nube Roja demostró muchas veces su valor de
guerrero y era famoso por su suerte en la lucha. Pero también era conocido como
curandero y chamán. En el verano de 1849, se declaró una epidemia de cólera a
lo largo del Oregón Trail hacia el oeste, que fue introducida por los
emigrantes en su camino hacia California y Oregón.
La epidemia se extendió rápidamente entre los indios,
que no tenían ningún anticuerpo contra las enfermedades de los blancos. Los
sioux estaban totalmente convencidos de que estaban siendo envenenados de
alguna misteriosa forma, pero se encontraban demasiado enfermos y aterrorizados
para pensar en la venganza. De Nube Roja, se afirmaba que conocía un medio
contra el cólera. Preparaba un extracto de hojas de cedro, que proporcionaba
mejoría a los que lo sufrían.
Hacia 1860, Nube Roja era considerado un jefe oglala
querido. Hasta entonces, los blancos no le habían dado mucha importancia al
territorio al norte del Platte River, sin embargo eso cambió en 1862, una vez
que se descubrió oro en las montañas del actual estado de Montana. En un año,
los buscadores de oro y los comerciantes acudieron en masa por el nuevo Bozeman
Trail, que separaba el cercano fuerte Laramie del Oregon Trail y que conducía hacia
el Norte, hacia el rápidamente creciente campamento de buscadores de oro en las
cercanías de la actual Virginia City, en Montana. El Bozeman Trail era un
continuo motivo de enfrentamientos guerreros, ya que pasaba por medio del
territorio del Powder River, la principal reserva de caza del sioux.
Los sioux sabían que otras tribus habían perdido sus
reservas de caza cuando los blancos construyeron carreteras allí. Por eso,
juraron que eso no les sucedería a ellos. Bajo la dirección guerrera de Nube
Roja, grupos de guerreros indios atacaron, a partir de ese momento, cualquier
diligencia o caravana que se atreviera a viajar por el odiado camino que, entre
los blancos, era conocido solamente como “Bloody Bozeman”.
Finalmente, esa ruta se volvió tan peligrosa que el
Gobierno de Estados Unidos, en junio de 1866, invitó a Nube Roja y a otros
importantes jefes guerreros a negociaciones de paz en Fort Laramie. Los jefes
indios se declararon dispuestos a dialogar. Al principio, pareció como si
quisieran suspender sus ataques si el Gobierno les garantizaba que las
caravanas en el Bozeman Trail no ahuyentarían la caza.
Mientras ambas partes negociaban, un regimiento del
ejército, bajo las órdenes del coronel Henry Carrigton, entró en Fort Laramie.
Carrington provocó un tumulto en las conversaciones de paz cuando dio a conocer
su misión de levantar una serie de fuertes a lo largo del Bozeman Trail.
Ninguno de los jefes indios había oído hasta entonces
nada de ese plan del gobierno. Así que, uno tras otro, se levantaron de sus
sitios y acusaron de traición a los negociadores en las conversaciones de paz.
Nube Roja estaba muy furiosa cuando ocupó su lugar en la tribuna de oradores y
miró sombríamente hacia delante.
Acusó a los negociadores de haber tratado a los jefes
indios como si fueran niños. Habían hecho como si negociaran cuando, en
realidad, planeaban hacerse por la fuerza con el territorio a lo largo del
Powder River.
“Los hombres blancos han arrinconado a los indios
año tras año y ahora estamos obligados a vivir en un pequeño territorio al
norte del Platte River. Ahora, además, se nos quiere quitar nuestra última
reserva de caza. Nuestras mujeres y nuestros hijos pasarán hambre, pero
prefiero morir luchando que de hambre… El Padre Blanco nos envía regalos y quiere
que le vendamos la carretera, pero antes de que los indios digan sí o no, viene
el jefe blanco (Carrington) con sus soldados y nos la roba“.
Mientras el traductor convertía sus palabras al
inglés, Nube Roja se precipitó fuera de la reunión y muchos de los demás jefes
indios le siguieron. Al día siguiente, abandonaron Fort Laramie. Los jefes
indios que se quedaron siguieron negociando y firmaron, finalmente, un acuerdo
por el que los viajeros blancos podían utilizar el Bozeman Trail. Mientras que
el coronel Carrington partía con su tropa hacia el norte para construir el
fuerte, Nube Roja anunciaba su disposición a luchar.
En los meses siguientes, Nube Roja y sus aliados
llevaron a cabo una guerra de guerrillas con ataques relámpago contra caravanas
y convoyes militares en el “Bloody Bozeman” y atacaron las guarniciones del
coronel Carrington en Fort Reno, Phil Keamy y C.F. Smith. De todos los lugares
del territorio del Powder River llegaron galopando guerreros cheyenes,
arapahoes y sioux al campamento de Nube Roja para luchar con él contra los
blancos. A finales del otoño, se habían reunido en tomo a él cuatro mil hombres
dispuestos a luchar. Muchas de las batallas tuvieron lugar alrededor del Fort
Keamy, que se encontraba en el corazón de la reserva de caza india. Nube Roja
estaba convencido de conseguir una victoria determinante si lograba sacar del
fuerte a un gran número de soldados. Planificó detenidamente una emboscada.
Su oportunidad se presentó en la mañana del 21 de
diciembre de 1866 cuando un comando especial abandonó el fuerte para ir a
buscar leña al Big Piney Creek. Aproximadamente una hora más tarde, un soldado
de guardia, en una colina cercana, dio la señal con una bandera de que la
columna de recogida de leña había sido atacada. En el fuerte, se dio la alarma
y se formó un comando de ayuda, a las órdenes del capitán William Feterman, un
joven oficial de caballería que con frecuencia había opinado desdeñosamente
sobre el arte de guerra de los indios. “Denme ochenta hombres”, había presumido
“y cabalgaré a través de todo el territorio de los sioux”. La suerte quiso que
Fetterman tuviera exactamente ochenta hombres a sus órdenes cuando cabalgó para
prestar ayuda a los buscadores de oro.
Fetterman y sus soldados se aproximaban a sus
compañeros cuando los jefes indios dejaron de atacar y se retiraron. La columna
de leñadores se dio prisa para estar cuanto antes bajo la protección del
fuerte. Poco después, fueron divisados algunos guerreros indios en las
cercanías del fuerte. Se movían lentamente a lo largo del monte bajo, algunos a
caballo, otros a pie, intentaban ocultase cuando dos obuses explotaron por
encima de sus cabezas y algunos fueron arrojados de sus caballos. Los otros
prorrumpieron en gritos y se dispersaron. Cuando Fetterman vio a los guerreros
indios huyendo, se decidió por la persecución. Sin embargo, los guerreros eran
reclamos que habían ensayado detenidamente sus papeles.
Eran diez hombres, dos cheyenes, dos arapahoes y seis
sioux. Su jefe era un joven sioux de nombre Caballo Loco, que había sujetado
las plumas de un halcón en su pelo. Los reclamos se movieron retrocediendo
lentamente y provocando a los soldados con insultos y amenazas. Atacaban, de
nuevo, brevemente, como si quisieran rechazarlos, para retroceder enseguida.
Siempre cuidando de estar lejos del alcance de los fusiles de los soldados, así
condujeron a los soldados de caballería a la colina, a través del Big Piney
Creek hasta el Lodge Trail Ridge. Fetterman tenía la orden de perseguir a los
indios solamente hasta el Lodge Trail Ridge, pero como quiera que solamente
fueran diez indios contra hombres bien armados, no pudo resistir. Cuando los
reclamos desaparecieron detrás de la cima de la colina y galoparon al otro lado
hacia el Bozeman Trail, la sección de Fetterman, muy abierta, les siguió.
El fuerte ya no se veía desde allí. De pronto, los
reclamos se dividieron en dos grupos, hicieron un giro hacia un lado y
cabalgaron sobre las huellas del otro grupo. Ésa era la señal para los indios
de la retaguardia.
Alrededor de dos mil guerreros habían esperado a que los
soldados cayeran en la emboscada. Con agudos gritos, saltaron de su escondite
en la alta hierba y detrás de las rocas y atacaron desde todas las direcciones
a los asustados soldados, dejando caer una lluvia de flechas sobre ellos y
agitando sus hachas de guerra y sus mazas. Solamente unos pocos indios
disponían de armas de fuego, pero eso apenas tenía importancia.
Los soldados fueron rodeados y dominados, mientras
intentaban resistir con sus rifles y bayonetas. La lucha duró unos cuarenta y
cinco minutos. Cuando terminó, el capitán Fetterman y sus ochenta soldados se
encontraban muertos en el suelo, sin ropa, sin armas y sin cabellera. Fue la
derrota más terrible que el ejército había sufrido hasta entonces contra los
indios y la primera batalla en la historia de U.S.A. sin un solo superviviente
blanco. Los indios la llamaron “La batalla de los cien vencidos”. sin embargo,
los blancos la denominarían más tarde como la “masacre Fetterman”.
El ejército envió rápidamente tropas de refuerzo al
territorio en torno al Powder River y la batalla (ahora denominada “Batalla de
Nube Roja”) continuó. Los ejércitos de Nube Roja mantuvieron continuamente
cercados los tres fuertes a lo largo del Bozeman Trail. Los soldados tenían que
luchar por cada bocado de alimento y por cada trago de agua. Cualquier blanco
que se atreviera a salir del Trail arriesgaba su vida.
Como los indios
continuaron mes a mes con esa táctica, estaba claro que el gobierno se
encontraba ante la elección de firmar la paz o llevar a cabo una larga y
costosa guerra.
De nuevo, los negociadores viajaron hasta Fort
Laramie, donde fue redactado un nuevo acuerdo, en el que se reflejaban las
reivindicaciones de los indios. A todos los jefes indios predispuestos a la firma,
se les prometió importantes regalos, incluidas armas de fuego y municiones. El
gobierno había decidido dejar a los sioux y sus aliados el territorio del
actual Estado de Dakota del Sur, al oeste del Missouri, como reserva. El
territorio al oeste de la proyectada reserva alrededor del Powder River fue
declarado “territorio indio ilimitado”. Eso significaba que ese territorio
estaba prohibido para los blancos. Debía ser para siempre territorio indio,
donde los sioux y sus aliados pudieran moverse y cazar libremente, como
correspondía a su forma de vida. En abril de 1869, los negociadores del
gobierno convencieron a un número importante de jefes indios para que fueran a
Fort Laramie a firmar el nuevo tratado.
Sin embargo, Nube Roja se negó y comunicó que sólo
estaría dispuesto a firmar cuando el último soldado hubiera abandonado el
territorio del Powder River. A los negociadores, les envió el siguiente
mensaje:
“Estamos en las montañas y miramos hacia abajo, hacia los soldados y
hacia los fuertes. Si vemos que los soldados se retiran y abandonan los
fuertes, estaremos dispuestos a conversar e iremos”. Sin la aprobación de Nube
Roja, el acuerdo no tenía ningún valor. Por ello, al verano siguiente, el
Ministerio de la Guerra cedió a las exigencias del jefe sioux y ordenó la
evacuación de los fuertes Reno, Phil Kearny y C.F. Smith, ya que en estos
fuertes los soldados permanecían inmovilizados y no tenían utilidad alguna como
fuerzas fronterizas.
En cuanto los soldados hubieron recogido sus cosas y
desfilaron saliendo de los fuertes, se acercaron los guerreros de Nube Roja y
lo quemaron todo. Nube Roja se tomó tiempo. Finalmente, llegó a Fort Laramie el
6 de noviembre para firmar él mismo el acuerdo. Había luchado ya muchos años
para mantener las reservas de caza para su pueblo. Ahora los soldados habían
desaparecido, los fuertes estaban destruidos y había sido cerrado el Bozeman
Trail. La tierra a lo largo del Powder River sería para siempre territorio
indio.
Nube Roja fue el primer jefe indio en el Oeste de América del Norte que
ganó su guerra contra los Estados Unidos, pero también sería el único. Había
jurado no alzarse nunca más en armas y mantuvo esa promesa. Se dirigió con su
gente a la gran reserva de los sioux donde pasó el resto de su vida.
Pero en 1868 había también otros jefes indios que se
negaron a firmar el acuerdo, como Toro Sentado, de los sioux hunkpapa y Dos
Lunas, de los cheyenes del norte. Declararon que no habían quemado los fuertes
del hombre blanco ni cerrado sus carreteras para convertirse en indios de la
reserva, que vivían de las limosnas de Washington. Habían luchado por su
libertad. Se mantuvieron fuera de la nueva reserva y levantaron sus tiendas en
los valles del Powder River y vivieron según las costumbres de sus antepasados,
de la caza de búfalos. En su opinión, Nube Roja se había entregado a los
blancos cuando se declaró dispuesto a trasladarse a la reserva. Con ello, había
perdido el respeto de los indios, pero él era de la opinión de que los sioux sí
eran dueños de su suerte si podían vivir en una espaciosa reserva y poseían
derechos de caza ilimitados en el territorio del Powder River.
A partir de entonces, Nube Roja se limitó a
representar los intereses de su pueblo. Durante los años siguientes, viajó
varias veces a Washington para tratar con funcionarios del gobierno. Dos veces
se reunió con el presidente Ulysses S. Grant, visitó el Senado durante una
sesión parlamentaria, contempló las atracciones y maravillas de la gran ciudad
y así se pudo informar de primera mano sobre las riquezas y el poder de los
blancos. En una ocasión, Nube Roja fue llevada a visitar el arsenal de armas de
U.S.A., donde le fueron mostradas las más diversas armas de fuego que jamás
hubiera podido imaginar. Le impresionó especialmente un nuevo tipo de cañón con
un diámetro del tubo en el que podía caber un hombre adulto. En su honor, fue
disparado el cañón y Nube Roja contempló cómo la granada zumbaba hacia abajo,
hacia el Potomac River. Todavía cuatro o cinco millas más lejos, se la pudo ver
saltar sobre el agua. Nube Roja calló, pero comprendió la lección.
El jefe sioux perseguía una política de entendimiento
con los blancos, pero también mantuvo la tradicional vida de caza y nómada y no
estaba dispuesto a abandonarla jamás. Sin embargo, pronto tuvo que reconocer
que eso era imposible. Desde la firma de 1868, los indios y el gobierno
discutían sobre el tratado y sus consecuencias: Para los jefes indios, que
habían puesto su señal en él, significaba otra cosa que para los blancos. Los
jefes indios insistían en que jamás les fue explicado verdaderamente lo que
decían los dieciséis artículos del acuerdo. Afirmaban haber sido mentidos y
engañados. “Yo firmé un acuerdo de paz pero aquí no consta nada de eso. Este
acuerdo solamente contiene mentiras”.
El acuerdo de 1868, de todas formas, no se mantuvo
vigente mucho tiempo y, a los pocos años, estalló la guerra de nuevo. En 1876,
los sioux fueron obligados a entregar las tierras del Powder River, por cuya
salvación tan desesperadamente habían luchado. Además, tuvieron que
desprenderse de las Black Hills, sagradas para ellos, a pesar de que se
encontraban dentro de los límites de la reserva. Después, la reserva disminuyó
cada vez más, ya que muchas de aquellas tierras fueron vendidas a colonos
blancos.
Nube Roja se negó a participar, en 1876, en el último
levantamiento contra los blancos y aconsejó a sus seguidores que se mantuvieran
pacíficos y que se quedaran cerca de la agencia de la reserva. Lo que él había
visto del mundo y del poder del hombre blanco, lo fortalecieron en su
convencimiento de que una resistencia armada sería inútil. Entre tanto, le
resultaba claro que los indios, en comparación con los blancos, solamente eran
un puñado de personas. Aun así, siguió luchando por los intereses indios.
En los años siguientes a la guerra, Nube Roja se
resistió, con todas sus fuerzas, contra la venta de tierras de la reserva.
Entre tanto, se había convertido en un crítico duro y contumaz de los
funcionarios de la Agencia que Washington enviaba a las reservas. Los acusó de
rufianes, de corruptos e incapaces. Después de un largo enfrentamiento con un
agente de nombre V.T. McGillycuddy, Nube Roja fue destituido como jefe indio
oficial de los sioux. El mismo McGillycuddy le retiró su cargo al viejo jefe
indio en una asamblea pública.
“Nube Roja, has sido arrogante e indolente, ya
que te has opuesto a nuestros funcionarios y has ofendido al Padre Blanco en
Washington, por eso te retiro tu cargo de jefe. A partir de ahora, ya no eres
el jefe de los sioux. ¡Entrega tu tipi!”.
También decreció la influencia de Nube Roja sobre su
pueblo. Cuando en los años siguientes, tomó la palabra pidiendo más mesura y
cuidado, muchos jóvenes sioux le negaron también la adhesión y lo criticaron
rudamente. En su opinión, él se había vendido a los blancos. “¿Qué podemos
hacer?“, había preguntado Nube Roja. “El Gran Padre Blanco es
todopoderoso. Su gente coloniza la totalidad de la Tierra.
Tenemos que hacer lo
que él ordene“. Cuando, en 1909, murió Nube Roja, debilitado y casi ciego,
ya había sido dividida la gran reserva de los sioux en cinco pequeñas reservas.
Con ello, se terminó definitivamente con la caza y con la libertad de
movimientos. Nube Roja había ganado su guerra, pero había perdido la lucha por
la conservación de las formas de vida de los indios.
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