"Aquel que no se asombra cuando se encuentra por primera vez con la teoría
cuántica es que posiblemente no se ha enterado de nada."
Niels Bohr, galardonado con el Premio Nobel de Física en 1922 por su trabajo sobre la estructura del átomo.
Niels Bohr, galardonado con el Premio Nobel de Física en 1922 por su trabajo sobre la estructura del átomo.
Si gente como los
ganadores del Premio Nobel no entienden la teoría cuántica, entonces ¿qué
esperanza nos queda? ¿Qué se hace cuando la realidad llama a tu puerta y te
dice cosas que te confunden, te desconciertan y te dejan perplejo? Tu forma de
reaccionar, de actuar en la vida, y las opciones que te planteas dicen mucho de
ti, pero ése es un misterio que trataremos en otro capítulo.
Ahora, de momento,
charlemos sobre electrones, fotones y quarks, y de cómo algo (¡y si es que se
trata de algo!) tan diminuto puede ser tan insondable y hacer pedazos nuestro
mundo tan bien ordenado y comprensible.
Lo conocido se encuentra con lo
desconocido
La física clásica de Newton se
fundamentaba en observaciones relativas a objetos cotidianos, desde la caída de
una manzana a planetas en órbita. Sus leyes se sometían constantemente a
examen, se probaban y se difundieron durante cientos de años. Pero a finales
del siglo XIX, cuando los físicos comenzaron a crear herramientas para
investigar los diminutos campos de la materia, descubrieron algo que les dejó
atónitos: ¡la física de Newton no funcionaba! A lo largo de los siguientes cien
años se fue creando una descripción científica completamente nueva para
explicar el mundo de lo diminuto. Ese nuevo saber, conocido como mecánica
cuántica o física cuántica (o simplemente teoría cuántica), no viene a
reemplazar la física de Newton, que aún funciona muy bien para explicar los
objetos grandes, macroscópicos. La nueva física, en cambio, se inventó para
llegar, valientemente, donde la física de Newton no pudo llegar: al mundo
subatómico.
"El universo es muy extraño -dice Stuart Hameroff--. Al parecer existen dos grupos de leyes que rigen el universo. En nuestro mundo clásico de cada día, entendiéndolo más o menos a nuestro tamaño y escala de tiempo, las cosas se explican según las leyes del movimiento de Newton, elaboradas cientos de años atrás... Sin embargo, cuando llegamos a una escala más reducida, al nivel de los átomos, aparece un conjunto de leyes diferente. Son las leyes cuánticas".
"El universo es muy extraño -dice Stuart Hameroff--. Al parecer existen dos grupos de leyes que rigen el universo. En nuestro mundo clásico de cada día, entendiéndolo más o menos a nuestro tamaño y escala de tiempo, las cosas se explican según las leyes del movimiento de Newton, elaboradas cientos de años atrás... Sin embargo, cuando llegamos a una escala más reducida, al nivel de los átomos, aparece un conjunto de leyes diferente. Son las leyes cuánticas".
¿Hecho o ficción?
Lo que la teoría cuántica ha
revelado nos deja tan pasmados que suena a ciencia ficción: las partículas
pueden estar en dos o más lugares a la vez. (Un experimento muy reciente
demostró que una partícula podía estar ¡hasta en 3.000 lugares distintos!). El
mismo "objeto" puede parecer una partícula localizable en un lugar, o
una onda extendida en el espacio y el tiempo.
Einstein dijo que nada puede
viajar más rápido que la velocidad de la luz, pero la física cuántica ha
demostrado que las partículas subatómicas se comunican al parecer
instantáneamente, sea cual sea la extensión del espacio.
La física clásica era
determinista: dado un conjunto cualquiera de condiciones de un objeto (tales
como la posición y la velocidad), se puede determinar con seguridad adonde va.
La física cuántica es probabilista: nunca se puede saber con seguridad absoluta
en qué se convertirá una cosa en concreto.
La física clásica era
reduccionista. Se basaba en la premisa de que sólo si se conocen las distintas
partes, se podrá finalmente entender el todo. La nueva física es más orgánica y
holística; pinta una imagen del universo como un todo unificado, cuyas partes
están interconectadas e influyen unas sobre otras.
Lo que quizá sea más importante
es que la física cuántica ha borrado la tajante división cartesiana entre
sujeto y objeto, entre observador y observado, que ha dominado la ciencia
durante cuatrocientos años.
En física cuántica, el observador
influye en el objeto observado. No existen los observadores aislados del
universo mecánico, sino que todo participa en el universo.
Perplejidad 1: espacio vacío
Una de las primeras grietas en la
estructura de la física newtoniana fue el descubrimiento de que los átomos, los
pilares del universo físico, supuestamente sólidos, estaban formados en su
mayor parte por un espacio vacío. ¿Cómo de vacío? Si utilizamos una pelota de
baloncesto para representar el núcleo de un átomo de hidrógeno, el electrón que
lo circunda estaría a unos 32 kilómetros de distancia y el espacio intermedio
entre ambos estaría vacío. Así pues, cuando mires a tu alrededor recuerda que
lo que hay realmente son puntitos diminutos de materia rodeados de nada.
Bueno, en realidad no es así. Ese supuesto "vacío" no está vacío del todo; contiene cantidades enormes de energía, poderosa y compleja. Sabemos que la energía se incrementa a medida que nos adentramos en niveles de materia más sutiles (la energía nuclear es un millón de veces más poderosa que la energía química, por ejemplo). Los científicos dicen ahora que hay más energía en un centímetro cúbico de espacio vacío (el tamaño de una canica, más o menos) que en toda la materia del universo conocido. Aunque los científicos no han conseguido medirla directamente, sí han visto los efectos de ese mar inmenso de energía.
Bueno, en realidad no es así. Ese supuesto "vacío" no está vacío del todo; contiene cantidades enormes de energía, poderosa y compleja. Sabemos que la energía se incrementa a medida que nos adentramos en niveles de materia más sutiles (la energía nuclear es un millón de veces más poderosa que la energía química, por ejemplo). Los científicos dicen ahora que hay más energía en un centímetro cúbico de espacio vacío (el tamaño de una canica, más o menos) que en toda la materia del universo conocido. Aunque los científicos no han conseguido medirla directamente, sí han visto los efectos de ese mar inmenso de energía.
* (Para obtener más información
sobre este punto, consultar las "Fuerzas Van der waals" y el
"Efecto Casimir").
Perplejidad 2: ¿partícula, onda u
ondícula?
No sólo hay "espacio"
entre las partículas, sino que, cuando los científicos han investigado el átomo
más detenidamente, han descubierto que las partículas subatómicas (los
componentes del átomo) tampoco son sólidas. Al parecer, tienen una naturaleza
dual. Dependiendo de cómo las miremos, pueden comportarse como partículas o
como ondas. Las partículas se pueden describir como objetos sólidos e
independientes, que ocupan un lugar específico en el espacio. Las ondas, por el
contrario, ni están localizadas ni son sólidas, sino que están extendidas, como
las ondas sonoras o las olas en el agua.
En cuanto ondas, los electrones o
los fotones (partículas lumínicas) no ocupan una posición precisa, sino que
existen como "campos de probabilidades". Y en cuanto partículas, el
campo de probabilidades se "desintegra" y da paso a un objeto sólido
localizable en un tiempo y un lugar específicos.
Sorprendentemente, lo que parece marcar la diferencia es la observación o la medición. Sin ser medidos ni observados, los electrones se comportan como ondas, pero en cuanto se someten a observación en un experimento, "dan paso" a una partícula que puede ser localizada.
¿Cómo es posible que algo pueda ser a la vez una partícula sólida y una onda blanda y fluida? Quizá podamos resolver la paradoja si recordamos lo que dijimos antes: las partículas se comportan como una onda o como una partícula. La "onda" es sólo una analogía y la "partícula" es otra analogía tomada de nuestro mundo cotidiano. Erwin Schródinger dio consistencia al concepto de onda en la teoría cuántica, con su famosa "ecuación de ondas", que calcula matemáticamente las probabilidades de onda que tiene la partícula antes de ser observada.
Sorprendentemente, lo que parece marcar la diferencia es la observación o la medición. Sin ser medidos ni observados, los electrones se comportan como ondas, pero en cuanto se someten a observación en un experimento, "dan paso" a una partícula que puede ser localizada.
¿Cómo es posible que algo pueda ser a la vez una partícula sólida y una onda blanda y fluida? Quizá podamos resolver la paradoja si recordamos lo que dijimos antes: las partículas se comportan como una onda o como una partícula. La "onda" es sólo una analogía y la "partícula" es otra analogía tomada de nuestro mundo cotidiano. Erwin Schródinger dio consistencia al concepto de onda en la teoría cuántica, con su famosa "ecuación de ondas", que calcula matemáticamente las probabilidades de onda que tiene la partícula antes de ser observada.
Los científicos no saben
realmente con qué RAYOS están tratando, pero, sea lo que sea, nunca han visto
algo parecido. Algunos físicos han decidido llamar a este fenómeno
"ondícula".
Perplejidad 3: saltos cuánticos y
probabilidad
Al estudiar el átomo, los
científicos descubrieron que cuando los electrones se mueven de órbita en
órbita alrededor del núcleo, no se mueven por el espacio como lo hacen los
objetos ordinarios, sino que se mueven instantáneamente. Es decir, desaparecen
de un lugar, de una órbita, y aparecen en otra, lo cual se conoce como salto
cuántico.
Por si esto no rompiera ya
suficientes reglas de la realidad lógica y razonable, los científicos
descubrieron también que no podían determinar con exactitud dónde aparecerían
los electrones, ni cuándo saltarían. Lo mejor que pudieron hacer fue formular
las probabilidades de la nueva situación del electrón (ecuación de ondas de
Schródinger). "Dentro de ese mar de posibilidades, la realidad, tal y como
la experimentamos, se crea constantemente de nuevo en cada momento", dice
el doctor Satinover, y añade: "Pero el verdadero misterio consiste en que,
en ese mar de posibilidades, lo que determina qué posibilidad es la que va a
ocurrir no es nada que sea parte del universo físico. No hay un proceso que
haga que suceda".
O como se dice muchas veces: los
eventos cuánticos son los únicos eventos verdaderamente aleatorios en el
universo.
Perplejidad 4: el Principio de
Incertidumbre En la física clásica, todos los atributos de un objeto,
incluyendo su posición y su velocidad, se pueden medir con precisión con el
único límite que imponga la tecnología. Ahora bien, en el nivel cuántico,
cuando se mide una propiedad, como la velocidad, no se puede obtener una
medición precisa de otras propiedades, como la posición. Si se sabe dónde está
algo, no se puede saber a qué velocidad se mueve. Y si se sabe a qué velocidad
se mueve, no se sabe dónde está.
El Principio de Incertidumbre
(conocido también como Principio de Indeterminación) lúe formulado por Werner
Heisenberg, uno de los pioneros de la física cuántica. Sostiene que no se puede
conseguir una medición precisa de la velocidad y la posición, por mucho que se
intente. Cuanto más se concentra uno en una de ambas magnitudes, más incierta
se hace la medición de la otra.
Perplejidad 5: la no-localidad,
EPR, el teorema de Bell y la interconexión cuántica
A Albert Einstein no le gustaba la física cuántica, por decirlo suavemente. Entre otras cosas, se refirió al carácter aleatorio que acabamos de describir con la infausta afirmación: "Dios no juega a los dados con el Universo". Y Niels Bohr le contestó: "¡Deje de decirle a Dios lo que tiene que hacer!".
En 1935, en un intento de frustrar la mecánica cuántica, Einstein, Pedolsky y Rosen (EPR) idearon y pusieron por escrito un experimento tratando de demostrar lo ridícula que era. Dedujeron hábilmente una de las consecuencias de la teoría cuántica que no fue apreciada en la época: te las arreglas para tener dos partículas creadas a la vez, lo que significa que estarán interconectadas o superpuestas.
Entonces, las lanzas a lugares opuestos del universo; luego,
haces algo a una de ellas para que cambie de estado y la otra partícula cambian
al instante para adoptar el estado correspondiente.
¡Instantáneamente!
La idea era tan absurda que
Einstein se refería a ella como "una acción fantasmagórica a
distancia".
Según la teoría de la relatividad, nada puede moverse a una
velocidad mayor que la de la luz. ¡Pues eso era infinitamente más rápido!
Además, la idea de que un electrón pudiera seguir la pista a otro que estaba en
la otra punta del universo sencillamente transgredía cualquier juicio sensato
sobre la realidad.
Después, en 1964, John Bell
formuló una teoría que decía que sí, que, en efecto, la afirmación de EPR era
correcta. Que eso es exactamente lo que ocurre; que la idea de que algo sea
local, o exista en un lugar concreto, es incorrecta. Todo es no-local. Las
partículas están íntimamente conectadas en un nivel que trasciende el tiempo y
el espacio.
Esta idea se ha verificado una y
otra vez en el laboratorio durante años, desde que Bell publicó su teorema.
Intenta concentrarte en ella durante un minuto. En el mundo cuántico, el tiempo
y el espacio (los rasgos básicos del mundo en que vivimos) se reemplazan por la
idea de que todo se está en contacto con todo, todo el tiempo. No es de
extrañar que Einstein pensara que semejante idea supondría un golpe mortal para
la mecánica cuántica: no tiene sentido.
Sin embargo, parece ser que ese
fenómeno es una ley factible del universo. De hecho, cuentan que Schródinger
afirmaba que la interconexión no era uno de los aspectos interesantes de la
teoría cuántica: era el aspecto. En 1975, el físico teórico Henry Stapp definió
el Teorema de Bell como "el descubrimiento más profundo de la
ciencia". Observa que dice ciencia y no meramente física.
La física cuántica y el
misticismo
Probablemente ahora resulte más
fácil ver por qué los terrenos de la física y del misticismo se rozan uno con
otro. Las cosas están separadas pero están siempre en contacto (no-locales);
los electrones se mueven de A a B pero nunca en medio de las dos; la materia
parece ser (matemáticamente hablando) una función de onda distribuida y sólo se
desintegra, o existe espacialmente, cuando se mide.
Muchos de los fundadores de la
teoría cuántica tenían un interés enorme en temas espirituales. Niels Bohr
utilizaba el símbolo ying/yang en su escudo de armas; David Bohm tenía largas
discusiones con el sabio indio Krishnamurti; Erwin Schródinger daba
conferencias sobre los upanishads.'
(Los upanishads son textos
sagrados del hinduismo relacionados con los vedas. N.delT.)
Las preguntas sobre qué causa la
desintegración de la función ondular, o sobre si los eventos cuánticos son
realmente aleatorios, permanecen aún sin respuesta en su mayoría. No obstante,
aun cuando sea imperiosa la necesidad de elaborar un concepto verdaderamente
unificado de la realidad que nos incluya forzosamente y que dé respuesta a los
misterios cuánticos, el filósofo contemporáneo Ken Wilber, también nos insta a
ser cautos:
El trabajo de estos científicos
(Bohm, Pribram, Wheeler y todos los otros) es demasiado importante como para
lastrarlo con especulaciones insensatas sobre el misticismo. Y el propio
misticismo es demasiado profundo como para vincularlo con fases de la
especulación científica. Dejemos que se valoren el uno al otro y dejemos que
nunca cese el diálogo entre ellos y el intercambio mutuo de ideas...(Ken
Wilber, El paradigma holográfico, Kairós, Barcelona, 1987).
http://secretosdelamatrix.blogspot.com/
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