A menudo escuchamos que no
existen pruebas que evidencien la existencia de vida en otros planetas, y mucho
menos la visita de tales “seres” a nuestro planeta. Ya nos hemos acostumbrado a
que nos repitan que sólo se cree en aquello que es demostrable y en lo que está
“científicamente” comprobado, queriendo decir con esto que la “hipótesis
extraterrestre” queda fuera de esa categoría. Claro que esto demuestra una gran
ignorancia en aquellos que utilizan estas frases como bandera, ignorancia del
método científico y, por sobre todo, ignorancia de la existencia de
contundentes pruebas y testigos de estas realidades.
En la gran mayoría de los
descubrimientos científicos, se establece, previamente a las conclusiones, una
hipótesis, la cual luego será descartada o confirmada por los pasos siguientes
y la consecución (o no) de pruebas. Este ha sido el mayor patrimonio de la
ciencia, las mentes que se atrevieron a generar hipótesis (a veces de
apariencia descabellada) las cuales nos dieron los más grandes descubrimientos
científicos.
Se trata de un derecho y un deber
de todo investigador el pensar en una alternativa diferente, nunca antes
sabida, para explicar los más diversos misterios.
Tal es nuestro caso, que
sostenemos una hipótesis sustentada en suficiente evidencia y abundantes
pruebas y testigos. Creemos que la Tierra ha sido visitada periódicamente desde
su origen por seres procedentes de otros lugares del universo, seres
aparentemente de una avanzada tecnología.
Claro que tal posibilidad es
rechazada (sin argumentos racionales) por los historiadores ortodoxos,
sumergidos la mayor parte de ellos dentro de una cultura que se asienta en las
creencias religiosas occidentales. Haciendo subjetivas sus “sólidas” bases para
fundamentaciones “científicas”.
Por nuestra parte, sostenemos que
la Tierra ha sido visitada desde hace millones de años por civilizaciones
extraterrestres, mucho más antiguas que la nuestra, del mismo modo que ha sido
soporte de vida temporal de otras humanidades terrestres, mas avanzadas que la
nuestra, hoy desaparecidas.
Sólo una arcaica y desfasada
visión, antropocéntrica y excluyente, del hombre de la Tierra en el universo,
negaría tal hipótesis.
Una reflexión previa
Según Carl Sagan, científico
norteamericano, físico, doctorado en astronomía y astrofísica, y asesor de la
NASA durante 30 años, existen 100.000 millones de galaxias en nuestro universo
local. Nuestra galaxia (la “Vía Láctea”) tiene 400.000 millones de estrellas,
pero pro medialmente cada galaxia cuenta con 100.000 millones de estrellas.
Estas cifras nos pueden parecer abultadas pero seguramente nos cueste tomar
conciencia de la magnitud de estas cantidades. Para tener noción vamos a
realizar un breve ejercicio:
Vamos a imaginar que tenemos
todas las galaxias existentes dentro de nuestro campo visual, supongamos que
tenemos la posibilidad de contarlas, y que comenzamos el conteo a razón de una
galaxia por segundo, lo que significa que a cada segundo que pasa sumamos una
galaxia a nuestra cuenta. ¿Saben cuánto tiempo nos llevaría contar todas las
galaxias existentes?
¡Tardaríamos 3.200 años en
completar la cuenta! Y si hiciéramos el mismo proceso para contar las estrellas
existentes, tardaríamos en contarlas todas 320.000.000 años (¡trescientos
millones de años!).
Claro que esta cantidad de
galaxias y estrellas (sin hablar de planetas) no prueba la existencia de vida
extraterrestre, pero deja clara la probabilidad y deja en evidencia lo
improbable de que seamos los únicos en el universo.
Extraterrestres en las
civilizaciones antiguas
“Así Kardam hizo uso de su poder
y produjo una “vimana”, que podía viajar obedeciendo a su voluntad… tal como el
aire pasa en todas direcciones, así él viajó por los diversos planetas” (Texto
hindú de hace 4000 años)
“…hace largo tiempo que las
gentes de Etiopía pasaron por aquí, conducían un carro como el de los ángeles y
volaban más veloces que el águila en los cielos” (Texto del Kebra Negast de hace
casi 2000 años)
¿Por qué los “dioses” de la
antigüedad venían del cielo? ¿Por qué siempre venían volando y, en muchos
casos, en aparatos increíbles?
¿Cómo pudieron los hombres de
hace 3000, 4000 años o más, imaginar siquiera estas maravillas, cuando solo las
aves podían volar? ¿Quiénes eran esos “dioses”?
Son tan determinantes las pruebas
que demuestran que en nuestro pasado, los conocimientos humanos estuvieron por
encima de nuestro nivel actual que no nos queda otro remedio que rescribir la
historia.
Los restos encontrados en las
ruinas de las más antiguas civilizaciones, son concluyentes a este respecto y
la afirmación de que la evolución del hombre ha sido lineal y progresiva ya no
se sostiene.
En realidad, todo indica que, a
lo largo de millones de años, en la Tierra han existido distintas humanidades,
con grados de evolución diversos que tuvieron contacto directo y cercano con
“dioses” voladores venidos de las estrellas, que les instruyeron en
conocimientos que aún hoy ignoramos.
Las pisadas humanas encontradas
en Paluxy (Texas) junto a las de un dinosaurio, animal “oficialmente”
desaparecido hace millones de años, así como los objetos tallados por el
hombre, encontrados en el interior de trozos de carbón fosilizado, entre otros
muchos hallazgos inexplicables para la arqueología convencional, ¿estará
demostrando que seres humanos habrían convivido con los dinosaurios hace
millones de años?
Por supuesto, existe otra forma
de explicar esta paradoja, y no es otra que la de aceptar que la Tierra ha sido
visitada periódicamente desde el origen de los tiempos por seres procedentes de
otros lugares del universo.
De lo que, por cierto, existen
indicios suficientes en las narraciones que podemos leer en los manuscritos más
antiguos de todas las culturas, muy especialmente en los textos hindúes.
En el RAMAYANA existen “vehículos
voladores en los que se podía volar hacia los cielos, las estrellas y a mundos
lejanos para luego retornar a la tierra”. Que es esto si no una evidencia de
aeronáutica!
Por: Henri Gelencser
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