“¿Cómo sentirme solo, entre tantas estrellas…? Dios enciende luces cada noche para recordarnos que la vida es una fiesta”.
Saboreo cada acto. Antes cuidaba que
los demás no hablaran mal de mí, entonces me portaba como los demás querían y
mi conciencia me censuraba. Menos mal que a pesar de mi esforzada buena
educación siempre había alguien difamándome. ¡Cuánto agradezco a esa gente que
me enseñó que la vida no es un escenario! Desde entonce me atreví a ser como
soy!
He viajado por todo el mundo, tengo
amigos de todas las religiones; conozco gente extraña: vegetarianos que devoran
al prójimo con su intolerancia, personas que caminan con un cartel que dicen:
“Yo se más que tu”; médicos que están peor que sus pacientes, gente millonaria
pero infeliz, seres que se pasan el día quejándose, que se reúnen los domingos
para quejarse por turnos.
El árbol anciano me enseñó que todos
somos lo mismo. La montaña es mi punto de referencia: ser invulnerable, que
cada uno diga lo que quiera, yo sigo caminando indetenible, soy guerrero: mi
espada es el amor, mi escudo el humor, mi hogar la coherencia, mi texto la
libertad, y si mi felicidad resulta insoportable, discúlpenme, prefiero la
imaginación a lo indio, es decir inocencia incluida. Quizas solamente teníamos
que ser humanos.
El que tu no veas los átomos, no
significa que no existan. Por eso es muy importante que sea el Amor lo único que
inspire tus actos. Sin Amor nada tiene sentido, sin Amor estamos perdidos, sin
Amor corremos el riesgo de estar de nuevo transitando de espaldas a la luz.
En realidad, sólo hablo para
recordarte la importancia del silencio. Anhelo que descubras el mensaje que se
encuentra detrás de las palabras; no soy un sabio, sólo un enamorado de la
vida.
El silencio es la clave, la
simplicidad es la puerta .No es suficiente querer despertar, sino despertar. La
mejor forma de despertar es hacerlo sin preocuparse porque nuestros actos
incomoden a quienes duermen al lado. Recuerda que el deseo de hacerlo bien será
una interferencia; es más importante amar lo que hacemos y disfrutar de todo el
trayecto; la meta no existe, el camino y la meta son lo mismo, no tenemos que
correr hacia ninguna parte, sólo saber dar cada paso plenamente.
La vida es un canto a la belleza, una
convocatoria a la transparencia, cuando esto lo descubras desde la vivencia, el
viento volverá a ser tu amigo, el árbol se tornará en maestro y el amanecer en
ritual, la noche se vestirá de colores, las estrellas hablarán el idioma del
corazón y el espíritu de la tierra reposará otra vez tranquilo.
Por Chamalú, Indio Quechua
Colaboración de Graciela napole
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