QUÉ ES EL TERCER OJO?
El tercer ojo es la puerta que
abre al espacio de la conciencia y a los mundos interiores. También es el
principal órgano para gobernar y poder despertar el cuerpo de energía. Así
pues, en la práctica el tercer ojo actúa como un “conmutador” que puede activar
frecuencias más elevadas del cuerpo de energía y, en consecuencia, conducir a
estados de conciencia más elevados.
Desde un punto de vista
terapéutico, la experiencia profesional me ha mostrado que numerosos pacientes
se sentían mejor cuando conectaban con el tercer ojo, independientemente de la
naturaleza de sus problemas.
Debido a su función de conmutador, tan pronto como
se activa el tercer ojo tiende a iniciarse el movimiento de diversas corrientes
de energía. Lo cual supone el ajuste automático de un gran número de desórdenes
físicos y emocionales, un proceso que podría definirse como una especie de
auto-acupuntura. Además, incluso el proceso inicial del despertar del tercer
ojo tiende a ponernos en contacto con los planos más profundos de la
personalidad, lo cual por sí mismo supone una importante acción terapéutica.
Por supuesto, no estoy sugiriendo que sea suficiente conectar con el tercer ojo
para sanarlo todo, aunque el potencial de este centro es tan grande que no me
sorprendería que en las próximas décadas se desarrollarán cada vez más las
“terapias del tercer ojo”.
Desde un punto de vista
espiritual, tanto en la tradición cristiana como en la hindú se encuentran
textos que comparan el cuerpo con un templo. Si pretendiéramos desarrollar
dicha analogía, equipararíamos al tercer ojo con el portal del templo. Cruzando
dicho portal se pasa de lo profano a lo sagrado, del estado donde se lee y se
piensa acerca de la vida espiritual al estado en que se comienza a
experimentar. El tercer ojo siempre ha sido considerado por quienes buscan
conocerse a sí mismos como una de las joyas más preciosas, de ahí la piedra
preciosa que se coloca en la frente de las estatuas de los Budas.
PRIMERA APERTURA
Advertencia previa a la práctica
de apertura
Esta práctica de apertura se ha
diseñado para dar una primera “pista” del tercer ojo, mediante el despertar de
una cierta sensación en el entrecejo. Se ha pensado para que sea puesta en
práctica una sola vez, o bien unas cuantas veces durante un corto período de
tiempo.
Un buen modo de comenzar es
elegir un día en el que no se tenga nada que hacer, por ejemplo al principio de
un fín de semana, y enfocarse intensamente en las prácticas. Después de este
fuerte impulso inicial será más fácil seguir las restantes prácticas.
Las prácticas pueden efectuarse a
solas o con amigos, en cuyo caso la energía será más intensa. El mejor día del
mes para empezar es el inmediatamente anterior a la luna llena. Sin embargo, no
hay que preocuparse en exceso por el calendario, ya que lo principal es hacer,
más que esperar a que llegue el momento perfecto.
Se recomienda vestir ropas de
colores claros, preferiblemente blancas. Evítese vestir de negro.
Debe recordarse que se está
tratando con percepciones sutiles. La vibración no es de esperar que sea
sentida como una daga en la frente. Aún en el caso de que solamente se sienta
una vaga titilación o presión en el entrecejo, es más que suficiente para
comenzar el proceso.
Recuérdese: ni imaginación ni
visualización. Déjese que las cosas lleguen por sí mismas. Una tenue vibración
ya está presente en el entrecejo de todo el mundo. El propósito es revelar esta
vibración natural, para más adelante cultivarla.
Léanse detenidamente las
instrucciones que se presentan en la siguiente sección, preferiblemente unas
cuantas ocasiones antes de ponerlas en práctica.
Preparación
Elija una habitación tranquila
donde nadie pueda interrumpir durante al menos una hora. Esta práctica puede
realizarse junto con amigos – no es necesario hacerla a solas – pero no debería
estar presente en la habitación nadie que no esté realizándola.
Enciéndanse velas alrededor de la
habitación.
Despréndase del cinturón, corbata
u otras prendas restrictivas.
Quítese el reloj de pulsera.
Túmbese en el suelo,
preferiblemente sobre una alfombra, sábana o manta delgada. Los brazos no
deberían cruzarse, sino yacer a ambos lados del cuerpo. Es recomendable que las
palmas de las manos miren hacia arriba.
Las piernas no deberían cruzarse.
Cierre los ojos. Mantenga los
ojos cerrados hasta el final de la práctica.
Relájese durante dos o tres
minutos.
Hágase el zumbido durante cinco a
diez minutos (sección 2.4).
Fase 1
Hágase consciente en la garganta.
Esta práctica consiste en
respirar con una fricción en la parte posterior y más baja de la garganta
mientras se mantiene la boca ligeramente abierta. La fricción es generada tanto
durante la inhalación como en la exhalación, lo cual crea un sonido como una
especie de “viento”. No es ni un silbido, ni un zumbido, ni ninguna otra forma
de sonido cantado. El sonido es aproximadamente el mismo cuando inhalamos que
cuando exhalamos. Si es posible, intentemos hacerlo en un tono bajo; así nos
resultará más sencillo mantenerlo durante un período de tiempo prolongado. Pero
antes de dar más indicaciones y consejos sobre la fricción en la garganta,
aclararemos algunos aspectos.
No se trata de empezar a buscar
una fricción en la garganta perfecta. Sólo hay que hacer una “especie” de
sonido de fricción y dejar que se adapte por sí mismo con el tiempo.
Si tratamos de realizarlo a la
perfección, probablemente acabaremos haciéndolo mal. Si intentamos ser
demasiado exactos, se interpondrá nuestra mente. Sólo hay que respirar con
una vaga fricción en la garganta y todo irá bien! Basta con leer las
instrucciones que se dan más adelante y entonces podrá volverse a esta sección
al cabo de unas cuantas semanas, para así descubrir con mayor precisión dónde
se produce la fricción y de este modo ajustar los detalles.
Hágase consciente de la vibración
generada en la laringe por la fricción en la garganta.
Únicamente se trata de estar
consciente, sin ninguna concentración en particular.
Fluya con la energía. Si aparecen
algunos movimientos en el cuerpo o en la conciencia, déjese que sucedan.
Continúe durante cinco a diez
minutos, respirando con la fricción en la garganta y siendo consciente de la
vibración en la laringe.
Fase 2
Mantenga la respiración con la
fricción en la garganta.
En lugar de ubicar la conciencia
en la laringe, hágase ahora consciente de la zona del entrecejo.
No hay que concentrarse. Si se
“agarra” el área del entrecejo con un foco excesivo, el proceso no podrá
revelarse. Flúyase con la energía. Sígase lo que llega espontáneamente. Si la
respiración cambia con naturalidad y se hace más intensa, debe entonces
seguirse dicha – u otra – tendencia natural de la respiración. No obstante, hay
que asegurarse de que se está manteniendo al menos alguna fricción en la
garganta durante las primeras cinco fases de la práctica.
Permanezca “solo consciente” del
entrecejo, respirando con la fricción en la garganta durante unos cinco
minutos. Para esta práctica no es preciso controlar el tiempo con precisión,
por lo que no hay necesidad alguna de mirar al reloj.
Fase 3
Coloque la palma de la mano
enfrente del área del entrecejo, sin que la mano toque la piel, a una distancia
de unos tres a cinco centímetros.
Obsérvese que la mano no toca la
piel.
Durante algunos minutos
permanezca inmóvil en el suelo con los ojos cerrados, mientras respira con la
fricción en la garganta, consciente del entrecejo y con la palma de la mano a
unos tres centímetros por encima de dicha zona.
Fase 4
Mantenga la mano frente a sí
mismo, o bien vuélvala al costado, según prefiera.
Permanezca con los ojos cerrados,
respirando con la fricción en la garganta, consciente del área del entrecejo.
Comience a esperar la aparición
de una vibración en el entrecejo, la cual puede tomar diferentes aspectos: bien
una clara vibración o picazón, o incluso una presión bastante difusa, una
sensación de peso o de densidad, en el área del entrecejo.
No hay que esforzarse. Permanezca
tranquilo, ya que hay que permitir que las cosas sucedan naturalmente.
Recuerde que los ojos deben
permanecer cerrados durante todas las fases de esta práctica.
Fase 5
Tan pronto como perciba la más
leve sensación de vibración o picazón, presión, pulsación, peso o densidad,
debe proceder del siguiente modo: conecte la fricción en la garganta con la
sensación del entrecejo.
Conectar significa estar simultáneamente
consciente, tanto de la fricción en la garganta como de la vibración (o
picazón, densidad, presión…) en el área entre las cejas. Conforme se procede de
este modo, la conexión entre la energía de la fricción en la garganta y el
tercer ojo se va percibiendo cada vez con mayor claridad.
A medida que se combina con la
fricción en la garganta, cambiará la vibración, haciéndose más sutil a la vez
que más intensa.
Si se siente vibración o picazón
en cualquier otra parte del cuerpo – por ejemplo en toda la frente, los brazos,
o incluso en todo el cuerpo – no hay que prestar atención a la misma. Se trata
de permanecer consciente de la vibración (o densidad, presión…) en el área
entre las cejas.
Continúe con la realización de
esta fase durante unos diez minutos, fortaleciendo la vibración en el entrecejo
mediante la conexión con la fricción en la garganta.
Recuérdese que no hay que
imaginar ni visualizar nada. Se trata de fluir con lo que venga.
Fase 6
Interrumpa la fricción en la
garganta.
Ya no hay que enfocarse en la
vibración.
Permanezca con los ojos cerrados,
consciente únicamente del área del entrecejo durante otros diez minutos (o,
preferiblemente, algo más).
Hay que estar absolutamente
inmóvil, sintiendo la energía en torno a uno mismo. Cuanto más inmóvil se esté,
más intensa será la sintonía.
Obsérvese si puede percibirse
alguna sensación de luz o de colores en la zona del entrecejo.
Primera Apertura – Sinopsis
de la Práctica
Tumbarse en el suelo y relajarse.
1) Fricción en la garganta + conciencia
en la laringe
2) Fricción en la garganta +
conciencia en el entrecejo
3) Como en 2) + palma de la mano
frente al tercer ojo
4) Fricción en la garganta +
buscar la vibración, picazón, presión, densidad… en el área del entrecejo
5) Conectar la fricción en la
garganta con la vibración en el entrecejo
6) Quietud absoluta – conexión
con la energía en torno a uno mismo
EXPERIENCIAS VARIAS
En lo que concierne a esta
primera apertura, lo único que importa es la vibración (o picazón, o densidad…)
en el área entre las cejas y la luz, si es que se perciben. La mejor actitud es
no prestar atención a ninguna otra manifestación que pueda ocurrir mientras se
implementa dicha práctica.
Cuando se trabaja con el tercer
ojo y con energías etéricas, especialmente al principio, puede que tengan lugar
otras manifestaciones menores tales como la picazón, o incluso sacudidas, en
diferentes partes del cuerpo, o bien imágenes que se instalan de repente en la
conciencia. Déjese que vayan y vengan, ya que no tienen demasiado significado.
Limítese a seguir la técnica como si no sucediera nada.
Puede ocurrir que la vibración,
la picazón, la densidad o la luz que se sienta en el entrecejo sea bastante
intensa; pero realmente no importa si son un tanto tenues o borrosas. Como se
verá más adelante, la intensidad de la energía puede variar mucho de un día a
otro para una misma persona; y bien puede ser que se haya intentado la “primera
apertura” en un día de baja intensidad energética. Sin embargo,
independientemente de lo tenues que puedan ser dichas cualidades, son el primer
hilo, y se irá introduciendo de forma gradual una técnica sistemática
para transformarlas en una percepción clara del tercer ojo.
REFERENCIAS EXPERIENCIALES
Vibración <=> Etérico
(fuerza vital)
Colores, luz <=> astral
luz púrpura <=> espacio
astral
A medida que se practiquen las
diversas técnicas que trabajan con el tercer ojo, podrá principalmente
encontrarse con tres tipos de experiencias en el área del entrecejo: 1)
vibración, 2) colores y luz, 3) luz púrpura. La primera indica una activación
del plano Etérico, la segunda del astral y la tercera – la percepción de la luz
púrpura – indica que se ha establecido una conexión con el espacio astral (los
términos “etérico” y “astral” serán más adelante desarrollados con amplitud).
Por supuesto, estas indicaciones
son excesivamente simples como para poder ser exactas. Pero desde un punto de
vista experiencial proporcionan una referencia útil para facilitar la búsqueda
del propio camino en la etapa inicial.
1) Vibración, picazón,
sensación de presión, peso o densidad, tienen el mismo significado cuando se
sienten en el entrecejo. Indican que se ha activado algo en la parte Etérica
del tercer ojo. El cuerpo etérico es el plano o estrato donde se contiene la
fuerza vital, equivalente al Prana de la tradición hindú o
el qi de la medicina tradicional china. (El tercer ojo no es un
órgano físico, sino que es predominantemente etérico y astral).
La vibración (o cualquiera de sus
equivalentes, como picazón, pulsación, presión, peso, densidad…) es la
sensación por la que se percibe el etérico. Siempre que se sienta en cualquier
parte del cuerpo, indica que el etérico está activado en dicha zona. Por
consiguiente, la percepción de la vibración en el entrecejo no es otra cosa que
la percepción de la parte Etérica del tercer ojo.
Dado que la picazón, presión,
densidad o peso tienen más o menos la misma significación, a efectos simplifica
torios nos referiremos a todas ellas en conjunto con una sola palabra:
vibración.
Por lo tanto, siempre que se lea
“vibración”, se debe interpretar que nos estamos refiriendo a todo el conjunto
de sensaciones citado. Por ejemplo, “construir la vibración en el entrecejo”
significaría construir la modalidad que sea más natural en uno mismo: vibración,
presión, densidad… En cualquier caso, transcurrido cierto tiempo la vibración
se percibirá como si fuera todas las modalidades citadas al mismo tiempo.
Hay diferentes niveles de
vibración, al igual que existen diferentes niveles de energía Etérica, unos más
sutiles que otros. La intensidad de la vibración puede variar de un día a otro.
Además de las variaciones cuantitativas, también la cualidad de la vibración
tiende naturalmente a diferir de un día a otro. En consecuencia, es importante
no apegarse a ninguna modalidad, sino fluir con lo que venga cada día. Tras
algún tiempo, la experiencia se hará más estable y los movimientos de la
energía estarán más bajo control.
2) El segundo tipo de
experiencia que puede tener lugar en el entrecejo es la de luces (no físicas)
de varios tipos, desde una vaga neblina, nube o brillo hasta colores y formas
organizados. Estas variadas manifestaciones pueden considerarse como
equivalentes, e indican que algo se está activando en la parte astral del
tercer ojo. Para simplificar, nos referiremos a todas ellas con el término
“luz”. Así, cada vez que se lea “luz”, implica que nos estamos refiriendo al
conjunto de manifestaciones mencionado (neblina, colores, formas luminosas,
puntos brillantes, brillos…).
Elíjase la que llegue con más
naturalidad a uno mismo, permitiendo que se vaya refinando gradualmente hasta
convertirse en una luz cada vez más brillante.
El cuerpo astral es el plano de
la conciencia mental y de las emociones. La ecuación “luz (no física) = astral”
no es absoluta, ya que ciertas frecuencias elevadas de luz provienen de planos
muy por encima del astral. Pero, como pronto se aprenderá a discernir, las
luces y colores que normalmente aparecen en el entrecejo cuando se “activa” el
tercer ojo son un claro indicador de que la parte astral del tercer ojo se está
activando.
3) La luz púrpura es a
menudo percibida como el fondo de las otras luces o formas de color. Da la
sensación de una extensión o espacio que se extiende frente al tercer ojo.
Cuanto más profundamente se contacte la luz púrpura, más se percibirá como un
espacio que no solo está enfrente sino también alrededor de uno mismo. Este
espacio se corresponde con lo que los esoteristas denominan espacio astral.
Este espacio de conciencia no
siempre se percibe como púrpura, sino también como azul oscuro e incluso negro.
Lo que más importa es la sensación de espacio, independientemente del color de
fondo que se perciba. Por tanto, emplearemos el término “espacio” para indicar
la extensión oscura al fondo del tercer ojo, cualquiera que sea su color.
Obsérvese que la percepción del
espacio púrpura es bastante sencilla, así como que muchas personas lo han
experimentado (particularmente durante la infancia) sin haberse dado cuenta de
su verdadera naturaleza.
CUANDO NO SE SIENTE NINGUNA
VIBRACIÓN
A continuación se exponen unas
cuantas indicaciones para quienes no puedan sentir ninguna vibración en el
entrecejo mientras realicen los ejercicios.
Es posible, y no es infrecuente,
que la vibración esté pero que no se registre. Puede que se esté esperando algo
extraordinario o muy intenso. Tal vez sea demasiado simple. Esta vibración ha
estado siempre en el entrecejo y nunca se le ha prestado la atención
suficiente.
Puede que se esté bloqueando el
proceso por practicar con vehemencia. Asegúrese de que no hay concentración,
déjese que las cosas sucedan por sí mismas. No hay que buscar la vibración, hay
que dejar que venga. Continúe con la práctica, insista; pero con el espíritu de
dejarse llevar.
Hay otra razón por la cual puede
que no se sienta ninguna vibración: tal vez se esté teniendo luz en lugar de
vibración. Recuérdense las referencias:
Vibración <=> etérico
Luz <=> astral
Si se está percibiendo luz en
alguna de sus formas (desde un simple haz borroso y desdibujado hasta un maravilloso
espacio púrpura, pasando por diversos tipos de colores y formas), en ese caso
se está ya en el astral, y por tanto ya no se está en el etérico. No se puede
(al principio) estar dentro y fuera de la casa al mismo tiempo.
Consecuentemente, si se está teniendo luz, es bastante posible haber soslayado
el nivel de la vibración.
Después de haber efectuado estas
prácticas con cientos de estudiantes de Clairvision School, nunca he visto a
nadie que no lograra sentir la vibración después de unas cuantas prácticas.
Síganse losOxyrhynchus Sayings of
Jesus, donde se habla acerca de aquellos cuya búsqueda no cesa hasta que
encuentran, “y cuando encuentren se quedarán atónitos”. Persevere, persevere,
persevere… y todo llegará.
OTROS COMENTARIOS ACERCA DEL TERCER
OJO
Es práctico considerar el tercer
ojo como si fuera un parche o moneda grande en el centro de la frente (área del
entrecejo). En realidad, el tercer ojo es más bien como un túnel o tubería que
va desde el área del entrecejo hasta el hueso occipital, en la parte posterior
de la cabeza.
A lo largo de dicho túnel existen
varios centros de energía, mediante los cuales se puede conectar con diferentes
mundos y áreas de conciencia. Esto explica por qué distintos sistemas pueden
“ubicar” el tercer ojo en sitios diferentes: cada uno elige uno de los centros
de energía que se emplazan a lo largo del túnel como punto de referencia, o
incluso a veces una estructura de energía adyacente al túnel del tercer ojo.
Otro punto importante a tener en
cuenta es que el tercer ojo no es físico. La parte más material del tercer ojo
es una estructura de energía que se integra en el cuerpo etérico, o plano de la
fuerza vital. El cuerpo etérico tiene múltiples conexiones con el cuerpo físico
y por lo tanto el tercer ojo, al ser el “conmutador principal” del cuerpo
etérico, está asimismo estrechamente conectado a ciertas estructuras del cuerpo
físico, como por ejemplo las glándulas pituitaria y pineal.
Sin embargo, sería simplista
decir que el tercer ojo es la glándula pituitaria o la glándula pineal, como se
afirma en ciertos libros. Como se ha explicado anteriormente, el túnel del
tercer ojo no es físico. El tercer ojo impacta su energía en varias estructuras
del cuerpo físico, incluyendo el seno frontal, los nervios ópticos y sus
ramificaciones, los nervios de la placa cribiforme del hueso etmoides, las
glándulas pituitaria y pineal, algunos de los núcleos en el centro del cerebro,
los ventrículos del cerebro y otras más. Sería en exceso simplista y limitador
tomar una de estas estructuras y etiquetarla como “tercer ojo”. Insistimos una
vez más en que el tercer ojo no es físico, sino que es un órgano de energía.
Puede tener conexiones privilegiadas con determinadas estructuras físicas,
aunque no puede limitarse a ninguna de ellas.
MEDITACIÓN EN EL TERCER OJO
Ahora comenzaremos con nuestra
principal técnica de meditación. Los estadios iniciales de este proceso de
meditación no pretenden la proyección a estados de transcendencia
espectaculares, sino trabajar en la construcción sistemática del tercer ojo,
para más adelante lograr el verdadero silencio interior. Uno de los principios
de nuestra aproximación es que uno no puede luchar mentalmente contra la mente.
No puede forzarse a la mente a permanecer en silencio. Pero puede construirse
una estructura que transcienda la mente, desde donde la mente pueda dominarse.
En tal sentido, el tercer ojo puede ser comparado a una torre de control,
semejante a la del vigésimo hexagrama del I Ching. Las primeras fases de
este proceso de meditación pretenden la estructuración del tercer ojo y su
integración en el propio sistema, tan tangiblemente como sea posible.
Las fases 4 y 5 tratan del
espacio interior y de los vórtices misteriosos. Durante las primeras semanas de
la práctica, para simplificar, puede decidirse obviar la fase 5 (el vórtice),
yendo directamente desde la fase del espacio a la “no-técnica”, o meditación
propiamente dicha, cuando se está “solamente consciente” por encima de la
cabeza.
Preparación
Quítese los zapatos, el cinturón,
la corbata y el reloj.
Siéntese en el suelo con las
piernas cruzadas, o en una silla, con la espalda vertical. No es preciso estar
en el suelo; pero la espalda ha de estar muy recta y vertical. Si se está
sentado en una silla es preferible no apoyar la espalda en el respaldo, de modo
que se permita el libre flujo de las energías.
Meditación, fase 1: la laringe de
energía
Cierre los ojos. Mantenga
los ojos cerrados hasta el final de la meditación.
Comience respirando con la
fricción en la garganta.
La respiración con la fricción
genera una vibración en la garganta. Hágase consciente de la vibración en la
laringe. Utilice la fricción en la garganta para intensificar la vibración en
la laringe.
La vibración en la garganta se
compone de dos partes: una física, creada por una acción mecánica de la
respiración, y otra más sutil, como una picazón, que puede percibirse aún
después de interrumpir la respiración con la fricción en la garganta.
Emplee la fricción en la garganta
para intensificar la picazón no física.
Ajuste la posición de la columna.
Busque la verticalidad absoluta. Alinee el cuello con el resto de la espalda en
busca de una postura perfectamente vertical. Asegúrese de que la cabeza, el
cuello y el resto de la espalda están perfectamente alineados y verticales.
Observe cómo se intensifican la
vibración en la laringe y el flujo de energía en la garganta cuanto más próximo
se está a la postura de perfecta verticalidad.
Cultive la quietud.
Meditación, fase 2: vibración en
el ojo
Siga respirando con la fricción
en la garganta; pero deje que descienda la conciencia de la garganta. Hágase
consciente de la vibración en el entrecejo.
Conecte la vibración en el ojo
(i.e. en el entrecejo) con la fricción en la garganta.
Si no se está suficientemente
seguro de lo que significa ‘conectar’, limítese a permanecer consciente de
ambos centros al mismo tiempo: la respiración con la fricción en la garganta y
la vibración en el entrecejo. Pronto se evidenciará el hecho de que hay una
cierta interacción entre la garganta y el ojo. Esto es lo que significa
conectar.
La fase 2 consiste en usar la
fricción en la garganta como un amplificador, para cultivar y la vibración en
el ojo.
Si se puede elegir entre una
densidad pesada o una sutil picazón, es preferible quedarse con la picazón.
Evite la sujeción de la mente. Mantenga la experiencia ligera.
Meditación, fase 3: luz en el
ojo.
Mantenga la fricción en la
garganta. (Los ojos permanecerán cerrados hasta el final de la meditación).
Haga descender la conciencia de
la vibración. En vez de esto, empiece a buscar en el entrecejo una niebla o
neblina, o un brillo, o cualquier tipo de luz o color. Todas ellas pueden
integrarse como diferentes modalidades de “luz”, lo cual, naturalmente, no hace
referencia a una luz física sino espiritual, la cual es percibida con los ojos
cerrados.
Un principio esencial del trabajo
es:
No trate de ver la luz, trate de
sentirla!
Recuerde, no hay que imaginar ni
visualizar – solamente hay que tener conciencia de lo que está frente a uno
mismo.
Tan pronto como se perciba alguna
de esas modalidades de luz (neblina, brillo, color…), aunque sea vagamente,
conecte con la fricción en la garganta. Así como en la fase 2 se conectaba la
fricción con la vibración en el entrecejo, ahora se está conectando la fricción
con la luz. En vez de amplificar la vibración, ahora se trabaja para amplificar
la luz.
A medida que se avanza en la
práctica se percibirán partes de la luz cada vez más brillantes. Se ha de
descender paulatinamente la conciencia de las partes más neblinosas para
enfocarla en las más brillantes.
Conecte la fricción amplificadora con las
partes más luminosas de la luz.
Es frecuente la experiencia de
minúsculas partículas brillantes de luz, esparcidas por el espacio frente a uno
mismo, moviéndose aleatoriamente en todas direcciones. Conforme se conecte la
fricción con dichas partículas luminosas, algunas de ellas entrarán en uno
mismo e irán directamente al corazón, alimentándolo con una energía preciosa.
Meditación, fase 4: conciencia en
el espacio
Permanezca en el ojo, entre las
cejas.
En lugar de enfocarse en la
propia luz y en sus partículas brillantes, hágase consciente del fondo de la
luz. La penumbra o luz púrpura al fondo de todos los colores dará una sensación
de espacio, el cual se extiende frente a uno mismo.
El espacio puede aparecer como
púrpura, azul oscuro o incluso únicamente oscuro. Más que su color, lo que
importa es la sensación de extensión.
Limítese a permanecer consciente
en el espacio. Déjese absorber en él.
En este punto la fricción en la
garganta puede disminuirse o incluso interrumpirse. Reanude la respiración con
fricción si la mente divaga con pensamientos.
Meditación, fase 5: pivotando en
el espacio
Comience a pivotar en el espacio
frente a sí mismo, haciendo espirales hacia adelante y en el sentido de las
agujas del reloj, como si estuviera cayendo hacia adelante en un túnel.
Pivote como si estuviera atrapado
en un vórtice o remolino.
El vórtice está ahí, en el
espacio, esperando. No debe tratar de inventarse un movimiento en espiral. Más
bien se trata de dejarse coger por el vórtice y ser arrastrado por su
movimiento natural.
A medida que se gira, a veces
cambiarán las cualidades y el color del espacio, como si fuéramos proyectados a
un área completamente distinta. Únicamente se trata de ir reconociendo las
diversas sensaciones y sentimientos y continuar con el vórtice.
De vez en cuando – o incluso
constantemente si se desea – puede emplearse la fricción en la garganta para
amplificar el efecto del vórtice.
No-técnica
Deje caer cualquier conciencia de
la respiración, del ojo, del espacio…
Hágase consciente únicamente por
encima de la cabeza.
No haga nada, no busque nada,
esté “sólo consciente”.
Ni siquiera esté consciente de sí
mismo – únicamente consciente.
Permanezca extremadamente
inmóvil.
Practique el arte de perder el
control.
Permita que la conciencia
despegue, por encima de la cabeza.
Vuelva y finalice la meditación
Vuelva a estar consciente en el
entrecejo.
Escuche los sonidos de afuera.
Hágase consciente del cuerpo. Haga
unas cuantas inhalaciones prolongadas.
Emplee cuanto tiempo desee para
volver por completo, y entonces chasquee los dedos de la mano derecha y abra
los ojos.
Sinopsis de la meditación del
tercer ojo
Preparación: siéntese con la
espalda recta y vertical
1) Fricción en la garganta +
vibración en la laringe
2) Fricción en la garganta +
vibración en el entrecejo
3) Fricción en la garganta + luz
en el entrecejo
4) Espacio
5) Pivotar en el espacio: el
vórtice
No-técnica: solo estar consciente
por encima de la cabeza
Práctica más zumbido
Siéntese en una posición de
meditación, con la espalda muy recta. Hágase consciente de la parte cervical de
la espina dorsal, en el cuello, y busque una posición perfectamente vertical,
alineada con el resto de la espalda.
Mantenga los ojos cerrados.
Hágase consciente de la laringe.
Comience a entonar un zumbido
continuo, haciendo vibrar la garganta. Haga el sonido mientras exhala e inhala.
Haga inhalaciones cortas y exhalaciones prolongadas.
Permanezca consciente de la
vibración física que se genera en la laringe debida al zumbido.
Continúese la práctica durante
unos cuantos minutos. Entonces, permanezca quieto y en silencio durante algunos
minutos más, sintiendo únicamente la vibración en la garganta.
CÓMO ORGANIZAR LA PRÁCTICA
Durante los primeros días de
práctica haga tanta meditación como le sea posible, repitiendo la práctica de
la primera apertura y usando la meditación del tercer ojo, así como su
equivalente con el zumbido. Este fuerte impulso inicial hará que sea más fácil
seguir el resto del proceso.
A partir de entonces, un buen
método de proceder es dedicar algún tiempo todas las mañanas a la práctica de
la meditación del tercer ojo y otros ejercicios.
El secreto del éxito no consiste
en pasar largas horas meditando, sino en incorporar cada vez más estas
prácticas en las actividades cotidianas. La piedra angular de nuestro método es
mantener una conciencia permanente en el tercer ojo (en el área entre las
cejas), independientemente de lo que se esté haciendo (aparte de dormir). Lo
cual no se refiere a la luz o el espacio, que deben dejarse para los momentos
de meditación, sino a mantener constantemente una conciencia de la vibración en
el entrecejo. Así se alcanzará un doble propósito: por una parte, se estará
gradualmente más presente en las propias acciones, más centrado; y por otra
parte, el tercer ojo se nutrirá de dicha conciencia y se desarrollará como un
centro de energía poderoso. Todas las técnicas contenidas pueden
considerarse como ocasiones para cultivar una nueva conciencia. El primero y
principal beneficio de nuestras técnicas de visión es que al implementarlas hay
que permanecer consciente y presenté en el área entre las cejas.
Si se dispone de escaso tiempo,
puede muy bien seguirse el proceso de meditar tan solo de cinco a diez minutos
cada mañana, e incorporar las restantes prácticas en las rutinas diarias. Pero
dichos cinco a diez minutos de meditación matutina son esenciales para el
desarrollo del tercer ojo. Si la “agenda” es tal que el período de práctica es
por la tarde en vez de por la mañana, debe asimismo tratarse de mantener de
cinco a diez minutos de meditación matutina a ultranza, ya que ello asegura la
reconexión del tercer ojo, modificándose por completo la energía para el resto
del día.
Independientemente del formato
que se decida adoptar para la práctica, recuérdese que esta parte del camino
tiene que ver con la construcción – construcción del cuerpo sutil -, por lo que
cuanto más se practique antes se concluirá el edificio.
LOS MISTERIOS DEL ESPACIO
Mientras se practica, no es raro
volver a experimentar la condición del embrión durante los días que siguen a la
concepción. El feto puede sentirse “bañándose” en el espacio púrpura. El
espacio púrpura lo rodea por completo, como si fuera un mar. El embrión es
diminuto y el espacio alrededor da la sensación de ser inmenso. Dicho espacio
no es distinto del espacio púrpura que se percibe en el tercer ojo, durante las
fases cuarta y quinta de la meditación del tercer ojo.
Para el embrión, el espacio está
fuera y alrededor de sí mismo. Pero para nosotros el mismo espacio está dentro.
Para entrar en el espacio, uno se ha de retirar hacia dentro y atravesar el
portal del tercer ojo. En los Upanishads, el ser humano es comparado con
una ciudad con diez puertas. Nueve de dichas puertas abren hacia afuera y sólo
una hacia adentro. Las nueve exteriores son los dos ojos, las dos orejas, las
dos fosas nasales, la boca, el ano y el órgano generador. La décima puerta es
el tercer ojo oajña-cakra, el cual no está abierto al mundo externo sino al
espacio interior.
Así que, lo que estuvo fuera para
el embrión, ahora está dentro para nosotros. Durante el proceso embrionario por
el que se construye el feto tiene lugar una interiorización del espacio astral.
Es una inversión fascinante, mediante la cual el interior se convierte en
exterior y el exterior se convierte en interior. Y en la muerte sucede todo lo
contrario: lo individual se reintegra en el espacio.
Esto nos conduce a un
entendimiento más profundo de la palabra “existencia”, empleada para describir
el período de vida en la Tierra. En latín ex significa fuera
y sistere significa tomar posición.
Existencia, por lo tanto,
significa tomar posición fuera, esto es, salir del espacio. Existir es la
salida temporal del espacio que se experimenta entre el nacimiento y la muerte.
Ahora puede entenderse la
sensación de alivio y desahogo que se siente en el corazón cuando uno se
sumerge en el espacio púrpura durante la meditación. Es como si de repente el
corazón fuera liberado de todas las presiones de las distintas encarnaciones
vividas, de todos los problemas de la existencia – suficiente para sentirse
mucho más ligero!-. Uno de los resultados de la iniciación es establecer una
conexión permanente con el espacio sin perder el anclaje con la Tierra. Se
puede disfrutar de la paz del espacio cósmico y, al mismo tiempo, permanecer
plenamente involucrado en las actividades diarias. Pasado un determinado nivel,
esta alegre ligereza se queda para siempre en el corazón, sin importar lo que
pueda suceder afuera.
Debe quedar patente que el
propósito del estilo de trabajo no es sacar al individuo fuera de la
encarnación para llevarlo a un paraíso flotante y feliz, sino prepararle para
el trabajo de alquimia interior, la transformación de la sustancia íntima de
sus cuerpos. El propósito es conseguir la iluminación aquí y ahora, en medio
del embrollo cósmico que es la vida moderna. Paradójicamente, conectando con el
espacio se crea una libertad interior que nos permite estar en el mundo de una
manera más plena.
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